Martes, 11 Julio, 2017
El Mercado Central es su gente, su historia y su presente. Ramón, operador de la nave 5, puesto 26, es parte de esa historia desde el primer día. “Comencé a trabajar en el Abasto, en el año 72, luego pasé al Mercado de Dorrego y después me vine al Mercado Central, en cuanto se inauguró”, recuerda.
Hoy, con 77 años, tiene una gran familia compuesta por esposa, hijo, nuera y una nieta, y toda una vida de dedicarse al comercio de frutas y hortalizas. Ese largo recorrido le permite dar cuenta de los cambios, del antes y del después del Mercado.
“Todo el sistema de comercialización ha cambiado, antes se vendía en la calle, en ferias rotativas, luego comenzó a concentrarse. Incluso la relación entre los operadores era distinta. Antes era un Mercado más chico y nos conocíamos siempre había tiempo para un café”, relata. “Hoy el Mercado Central es una ciudad, es tan grande que es imposible que nos conozcamos todos”, compara.
“Otra cosa que se modificó son los compradores. Antes esta actividad la hacían los españoles o italianos, ahora son los bolivianos y los peruanos los que trabajan con las frutas y hortalizas”, describe Ramón, que aunque reconoce los sacrificios de la tarea, elige cada día ser parte del presente y del futuro del Mercado Central.