Lunes, 9 Abril, 2018
La tarde del 10 de abril de 1987, más de 300.00 fieles, en su mayoría jóvenes trabajadores, escucharon en el Mercado Central de Buenos Aires a San Juan Pablo II, en una de las últimas misas que brindó el Papa en Argentina tras una gira por Latinoamérica que lo tuvo seis días recorriendo todo el país.
Juan Pablo II, el último Papa en venir a la Argentina hasta ahora, llegó al país el 6 de abril para presidir la Jornada Mundial de la Juventud. Estuvo en Buenos Aires, Bahía Blanca, Viedma, Mendoza, Córdoba, Tucumán, Salta, Corrientes, Paraná y Rosario. En total, se estima que reunió más de 4 millones de personas.
La preparación del evento llevó un despliegue de logística pocas veces visto en la historia del Mercado. Varias horas antes del comienzo de la misa, los accesos ya estaban colmados de fieles que se acercaban caminando por la Autopista. Para la llegada, se refaccionó una de las habitaciones de la Chacra de Los Tapiales para que el Santo Padre pueda acomodarse y descansar.
El Papa se movió en el papamóvil, donde saludó a los fieles y llegó a la capilla instalada en la entrada del predio, donde dio la misa. Allí, San Juan Pablo II brindó un cálido discurso, apuntado a remarcar la importancia de los trabajadores como personas y no como engranajes de un sistema de explotación, y la importancia de la labor como ordenador de la vida personal, familiar y social.
“Son conscientes de que cuando el mundo socio-económico se organiza en función exclusiva de la ganancia, las dimensiones propiamente humanas sufren detrimento. Ello puede llevar al desinterés por la calidad del trabajo, y perjudica la tan deseada cohesión y solidaridad entre los trabajadores. Algunos pretenden que el único móvil de vuestra vida sea el dinero y el consumo; si se dejan polarizar exclusivamente por esta motivación, se incapacitan para descubrir el gran contenido de realización personal y de servicio que encierra su labor profesional”, destacó el Papa.
En su discurso, el Padre también llamó a combatir la distribución inequitativa de alimentos en el mundo y a cortar las mezquindades entre trabajadores. “Sería una pena que faltase la solidaridad entre los trabajadores, cuando las condiciones laborales se vuelven degradantes o cuando crecen los abusos y la arrogancia en quienes, desde su posición ventajosa, se atribuyen derechos que en modo alguno les corresponden”.
El año pasado, en conmemoración de los 30 años de la Santa visita, la Corporación del Mercado Central y el Obispado de San Justo bautizaron como Capilla San Juan Pablo II a la capilla que utilizó y bendijo el entonces Papa. El decreto eclesiástico fue dictado por el Papa Francisco.