Viernes, 5 Enero, 2018
La hidroponía va ganando, de a poco, adeptos en el país. A pesar de la difícil barrera de entrada que tiene por sus altos costos, la posibilidad de aumentar la productividad exponencialmente sin depender del desgaste del suelo es un atractivo que engancha a los productores.
Este método es utilizado para cultivar plantas usando disoluciones minerales en vez de suelo agrícola. Allí las raíces reciben una solución nutritiva y equilibrada disuelta en agua con algunos de los elementos químicos esenciales para el desarrollo de las plantas, que pueden crecer en una solución mineral únicamente, o bien en un medio inerte, como arena lavada, grava o perlita, entre muchas otras.
“Un sistema hidropónico demanda mucho costo inicial, es un gasto importante pero al hacer plantación en volumen cambia. Las plantas crecen más rápido, se descarta la tierra y el ser humano es quien brinda las condiciones que necesita el cultivo”, afirma Abel Sander, productor especializado en hidroponía. “Tenemos la suerte en argentina de contar con todo tipo de suministros, proveedores, se consigue casi todo, es poco lo que viene de afuera”, asegura.
El aporte nutricional de este tipo de cultivos es tres veces superior, según afirma Sander. “En cuanto a sabor, lo hemos probado con mercados muy exigentes y nos afirman que los cultivos hidropónicos tienen un sabor más concentrado que los cultivos de tierra, se potencian las propiedades, recuperan el sabor las plantas.
Dentro de las distintas técnicas, la más difundida es la llamada NSP, que consiste en una película fina de nutrientes recirculantes en bombeo, donde se optimiza el uso de agua. “Comercializamos hortalizas de hoja, lechugas, albahaca, rucula, kale, radicheta. Son periodos de cosecha que no sea más exhaustivo de 70 dias, cierra Sander, que agrega un dato clave: un cultivo hidropónico rinde unas diez o doce cosechas anuales mientras que la tierra rinde unos ocho ciclos anuales.